Perfil de Carlos Rossi
Carlos está
sentado en la silla en la que pasa ocho horas diarias. Espera que llegue el fin
de semana para tocar. Su oficina es de dos por dos, le inquieta no tener
una ventana por la que entre un rayo de sol. Trabaja para la administración pública
y siente que su potencial se estanca en el trabajo monótono de todos los días.
Es coqueto y sus compañeros de trabajo lo cargan por los pañuelos de colores
que usa, a regañadientes les sigue el juego aunque le gustaría mandarlos lejos.
Es alto y
sus ojos marrones brillan cada vez que se ríe. Papá de dos nenas y marido
de una mujer que lo tiene loco.
El vienes
8 de noviembre se vistió con unos jeans y una camisa blanca para
cantar con su grupo de folklore en el centro cultural La Salamanca.
Subió el escenario y sintió un vértigo agradable al ver el salón lleno de
gente, entre ellos, amigos y familiares. Esa noche especial tocó en
La Plata, su ciudad natal.
Hace tres
años que es integrante del trío de voces “Siempre Salta”. Le gustaría poder
dedicar su vida a la música, pero ser padre tiene sus obligaciones y necesita
una entrada de dinero fija que su carrera como músico hoy no puede darle.
Ríe cada
vez que se pone nervioso y sale victorioso gracias a su humor infantil.
Fanáticos de los comics, usa remetas de superhéroes debajo de las camisas de trabajo.
Si nota que hay algún interesado en el tema aprovecha para explayarse y
contarle sobre su colección de revistas.
Carlos es
de corazón sensible y basta con hablarle de la música, del folklore, para que
vuelva del letargo que le produce la rutina y comience a volar entre sus
canciones.
A los
nueve años el papá le regaló un órgano, porque un piano era muy caro. Desde ahí
nunca dejó de tocar. Cambió de instrumento, porque le era mucho más fácil
trasladar de peña en peña la guitarra.
La cara refleja nostalgia cuando
alguien le pregunta sobre el futuro, no se tiene fe. Los familiares más
cercanos le dicen que deje de perder el tiempo con la música. Eso a Carlos le
duele y le genera incertidumbre. Duda mucho, sobre qué es lo correcto, no sabe
si sus sueños son una ilusión sin
porvenir. Hace tiempo que tiene actitud de dejarse llevar, no toma la
iniciativa. Sabe que esa pasividad tarde o temprano lo va a dejar estancado en detrás
de su escritorio.
“En
Siempre Salta empecé a cantar y no paré, una vez por semana tenemos alguna
guitarreada, recital o peña” “Le quiero dar con todo a esto”. Y esboza una enorme sonrisa que no le cabe en
el rostro.
Participó
de festivales muy reconocidos en el mundo de la música del folklore y orgulloso
cuenta que en una oportunidad compartió el escenario con Teresa Parodi.
“No
tengas hijos”, aconseja y se arrepiente: “los míos son lo más lindo que tengo”,
dice y se le ilumina la cara como cuando habla de la música.
Busca acercase
a gente que lo estimule y que se interese en su canto. Agradece exageradamente
la palabra amiga que lo alaba y le dice que no afloje. Cuando se encuentra con
alguien dispuesto a escucharlo, desde el ultimo escritorio del conjunto de
oficinas de escucha la melodía de su voz.